lunes, 5 de febrero de 2018

VISITA AL MUSEO DE EDUARDO RAMÍREZ VILLAMIZAR, EN PAMPLONA

El pasado sábado pasamos la jornada, junto a unos amigos cucuteños, en la Pamplona colombiana. Esta es una pequeña ciudad de unos 60.000 habitantes, situada a 2200 metros de altitud.

Aprovechamos para visitar el museo del artista local Eduardo Ramírez Villamizar –ERV , nacido en la ciudad en 1992 y  fallecido en el 2004.

De Eduardo se sabe que realizó estudios de arquitectura en Bogotá sin acabarlos, y que finalmente se inclinó por las artes plásticas. Pasó por París y Nueva York donde residió algún tiempo. Nos deja una prolija obra iniciada en la pintura, hasta evolucionar a la escultura, primero en madera para pasarse al hierro, inicialmente pintado para  evolucionar hacia las esculturas en hierro oxidado.

Tempera sobre papel de Eduardo
Esculturas exentas, hasta construcciones emergiendo, círculos intersectados, esculturas suspendidas, inclinadas, en cámaras en progresión ..., muchas de ellas de gran formato que adornan parques, avenidas, edificios públicos de Colombia y en EE.UU. Es el padre del geometrismo en Colombia y el mismo manifestaba que todas las formas geométricas están en la naturaleza. 

Representación geométrica del caparazón de un caracol 
Eduardo realizó prácticamente toda su obra escultórica en Suba, un distrito de Bogotá, donde tenía su taller. El artista concebía y diseñaba la pieza, realizaba la maqueta y un par de operarios metalúrgicos que residían en sus proximidades, reproducían la escultura a la escala determinada.

Formó parte del grupo de Barranquilla, un grupo de intelectuales  progresistas que se reunían en esa ciudad colombiana, entre los que se encontraba Gabriel García Márquez. Posiblemente la marcha de Eduardo de Pamplona a Bogotá, sería para huir del clima asfixiante de una Pamplona dominada por las instituciones religiosas, que creaban una atmósfera muy conservadora. A G. García Márquez también le toco marcharse, en este caso más lejos, a México.

Así y todo ERV, visitaba su ciudad natal tres o cuatro veces al año, donde aprovechaba para  realizar cursos, talleres y dar conferencias. Su amor a Pamplona lo demostró instalado el museo en su ciudad natal,  con la ayuda del Presidente del Gobierno de la época, Virgilio Barco y cumpliendo su voluntad de dejar depositadas sus cenizas debajo de un magnolio centenario, que se ubica en el patiojardín del museo.  

Vista parcial del jardín del museo. Al fondo escultura homenaje a  Virgilio Barco
El museo se aloja en una casonapalacio colonial de unos 400 años de antigüedad, rehabilitado para alojar el museo. Este se ubica en un costado de la plaza principal de la ciudad. Dotado de amplios balcones hacia el exterior, hacia el interior se dota también de grandes  corredores, salas espaciosas, el  patiojardín, ya citado y un jardín en la parte trasera, que dispone de otro magnolio centenario y que  aloja la escultura de homenaje del  artista a Virgilio Barco.

En algunas salas del museo se han logrado recuperar los frescos policromados, en forma de cenefas y pinturas, datadas de algo más de 300 años, perfectamente conservadas. Esta casonapalacio se la conoce como de las marías  y se sabe que Simón Bolívar la utilizaba para su descanso durante sus desplazamientos en la Gran Colombia.

Fachada del mueso Ramírez Villamizar
El joven Director, Ricardo Jiménez, nos acompañó en algunas fases de la visita, ayudándonos a comprender las obras del maestro y también nos hizo alguna crónica de la historia local, que nos posibilitó entender mejor la vida colonial en Pamplona.

El museo es privado y se administra a través de una Fundación. Así y todo, la entrada tiene un precio simbólico de 1000 pesos –0,29 euros. Vienen trabajando con los colegios del Departamento a fin de involucrar a los niños mediante pequeñas maquetas en cartón, en la comprensión de las obras expuestas de ERV, en el museo. El museo también alberga exposiciones temporales, tertulias y conferencias 

2 comentarios:

  1. Con un lenguaje y una expresión que impactan y convocan al diálogo profundo con las obras mismas, Ramírez Villamizar escapa a los rótulos, caracterizando su producción por la monumentalidad, el equilibrio de las formas, el dinamismo y la fuerza contenida, así como la austeridad que no exime la variedad. En sus construcciones de formas simples, elementales y poéticas, calificadas de geometría sensible, existen referencias profundas a las formas vivas, la naturaleza, el pasado humano desde los tiempos más remotos, el ser latinoamericano desde sus orígenes, así como todas las búsquedas y hallazgos del arte moderno, que mira más hacia el futuro.

    Un abrazo fuerte y gracias a todos, desde estas tierras Pamplonesas... Ricardo Jimenez

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