miércoles, 28 de febrero de 2018

DE LA ARRIERÍA AL CABLE AÉREO EN COLOMBIA III

El pasado ocho nos desplazamos a Manizales con el propósito de conocer el edificio de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional, que se aloja en la antigua estación de cabecera del cable Mariquita – Manizales. 
Casualmente a nuestra llegada nos encontramos  a las autoridades académicas y los alumnos, inaugurando la renovación de la cubierta del edificio. Pudimos conocer  la presencia del Rector Ignacio Mantilla.
El edificio-estación La Camelia, como se llamaba, conserva por el exterior la arquitectura industrial en madera, del siglo XIX, mientras por el interior a base de estructuras metálicas muy livianas, han conseguido ganar un piso destinado a aulas. Conserva todo el sistema de cerchas en madera.
A la izquierda Estación La Camelia funcionando, A la derecha facultad de arquitectura en el mismo edificio. Detrás de las palmeras la torre de Herveo y al derecha una columna del sistema
También conservan parte de la maquinaria del cable y tres o cuatro vanos, que incluso cruzan las calles de la ciudad, donde se aprecian las columnas metálicas y las plataformas de carga. Incluso han hecho un guiño al ingeniero que diseñó el sistema que, en su día, se subió a una plataforma con su hija, reproduciendo en uno de esos vanos esa pareja mediante muñecos. Esta actuación de la Universidad Nacional, que se incardina dentro de la Arqueología Industrial, no nos queda más que felicitarlos.
Plataforma de carga y sistema de giro del cable aéreo
La historia empieza a partir de 1910 cuando se piensa en cables aéreos para salvar las intrincadas montañas colombianas. Las carreteras debido a la escasa presencia de automotores eran inexistentes y además era la evolución lógica sobre al arriería existente.
La concesión se adjudicada a una compañía inglesa llamada The Ropeway Extension, para construir un Cable Aéreo, que cubriría una extensión aproximada de 72 kilómetros, uniendo las ciudades de Mariquita, y Manizales, generando en la región un moderno medio para el transporte de carga y activando el comercio de productos y servicios entre las dos comarcas.

Los trabajos de exploración empiezan hacia 1912 y los realiza  James F. Lindsay, un ingeniero civil nacido en Nueva Zelanda. La construcción del que sería en su momento, el cable aéreo más largo del mundo, comenzó en 1914, coincidiendo con el inicio de la Primera Guerra Mundial. Como toda la maquinaria, herramientas, insumos y provisiones necesarios para la obra, eran traídos desde Inglaterra y transportados a lomo de mula y de buey, hasta el terreno, después de atravesar el Océano Atlántico y remontar el río Magdalena hasta Honda, el enfrentamiento bélico, llenó de dificultades el desarrollo del mismo.
A la izquierda James F. Lindsay junto a su hija. A la derecha su reproducción actual sobre una calle de Manizales
El sistema se componía de 375 torres de acero y una de madera que más tarde contaremos su historia,  de alturas comprendidas entre los 4 y los 52 metros y daban servicio a 22 estaciones.
Después de muchas dificultades, el primer tramo del Cable Aéreo, Mariquita – Herveo, fue inaugurado en marzo de 1915. Debido a la guerra que asolaba a Europa, las obras fueron suspendidas casi en su totalidad, hasta se reinició en 1916 que  culminaron con éxito, seis años más tarde en la Estación de la Camelia, en Manizales. La inauguración oficial del Cable Aéreo fue el 22 de enero de 1922. 
El esquema de funcionamiento era claro. El cable únicamente movía mercancías; sobre todo café y otros productos que se producían en el Departamento de Caldas, eran conducidos hasta Mariquita que enlazaba con la vía férrea existente, para ser conducidos a los puertos fluviales de La Dorada y de Honda. De aquí las cargas eran llevadas en los vapores fluviales a los puertos marítimos de Barranquilla y de Cartagena de Indias.  
Como era un sistema sin fin, de ida y vuelta, para esta última se aprovechaba para introducir productos que demandaba el Departamento. El día de la visita un profesor me comentó que éste cable había sustituido a unas 35.000 mulas y a unos 6.000 arrieros, reduciendo considerablemente los costes del transporte.
El Cable Aéreo funcionó durante 53 años, cerrándose en 1968, cuando las carreteras iniciaron una nueva época en el transporte de pasajeros y de mercancías, en Colombia.

Así y todo Manizales se dotó de tres cables aéreos más, de tipo mixto -carga y pasajeros- más cortos y de vidas más efímeras como fueron el Pacific, el North y el Villamaría. Otro gran proyecto el cable aéreo Gamarra–Cúcuta, de 170 kilómetros, solo se construyeron 47, finalizando en Ocaña. Colombia en esa época era una adelantada en ese sistema de transporte, en el mundo.


Cuadro de Gustavo Pérez Ángel
Junto a facultad han trasladado una torre del sistema conocida como la de Herveo. Tiene una historia  muy singular. Es la torre más grande del sistema, de 52 metros de altura, única torre construida en madera, ya que no había acero suficiente en Colombia y consta de 1500 piezas, que salvaron  una gran depresión conocida como el salto de Yolombal, a 2.631 msnm y soportando un vano de 500 metros. La torre metálica que tenía que llegar de Inglaterra, nunca lo hizo y se decidió suplantarla por una de madera. 

Torre de Herveo , vista desde abajo.
Esta torre fue desmontada pieza a pieza de su lugar de origen e instalada junto al campus universitario. Hoy es un símbolo de la ciudad de Manizales.

lunes, 26 de febrero de 2018

DE LA ARRIERÍA AL CABLE AÉREO EN COLOMBIA II

La arriería ha gozado de extraordinaria consideración social. Era un oficio duro pero respetable, ya que fueron los agentes que consolidaron la minería y el comercio. La minería propiciaba poder adquisitivo a sus trabajadores y los arrieros les suministraban los artículos que necesitaban. Este dinamismo propició la construcción de tiendas, tascas y fondas.  
El arriero disponía de su propio atuendo. Desde las alpargatas de  fique, pasando por el poncho, la ruana – especie de poncho de lana para el frio- , el delantal de cuero para proteger el pantalón, llamado paruma, el sombrero aguadeño, el machete, el pañuelo del cuello de color rojo llamado raboegallo y por último el carriel.  
Monumento al arriero en Envigado
Este último es un bolso de cuero, de múltiples compartimentos,  que se lleva colgado del cuello donde se guardan las cosas personales: máquina de afeitar, el dinero, las barajas de cartas, los amuletos, las estampillas de la virgen… El museo del traje de Bogotá describe en una de sus vitrinas los contenidos de un carriel tipo.
El comercio en torno a la arriería permitió la acumulación de capitales que propiciaron el salto tecnológico siguiente, que como veremos en la próxima entrada se orientó hacia los cables aéreos y el ferrocarril.


Original sistema de llevar madera. Foto de Internet
Todavía hoy, viajando por las carreteras de Colombia,  se ven recuas de mulas sacando productos del interior, a las carreteras. También en aquellas poblaciones donde la arriería estuvo muy asentada, suelen organizar fiestas entorno a la actividad, disponiendo pasadas de  recuas de mulas, con sus arrieros, como en los viejos tiempos.

sábado, 24 de febrero de 2018

DE LA ARRIERÍA AL CABLE AÉREO EN COLOMBIA I

El nudo de Pasto es un complejo orográfico andino ubicado entre  la provincia ecuatoriana de  Carchi y el departamento colombiano de Nariño. Es donde la cordillera de los Andes se bifurca en dos ramas al entrar en Colombia, dando lugar a la Cordillera Occidental y la Central.
Unos kilometros más delante, ya en tierras colombianas, se sitúa el nudo de Almaguer, que es donde se bifurca la Cordillera Oriental de la Central
Las tres cordilleras que avanzan de sur a norte tienen picos principalmente de formación volcánica de más de 5000 msnm, cubiertos de nieves permanentes. Muchos de estos volcanes están  activos.
Esta orografía  atravesada por encrespados cerros y cerradas montañas en un ambiente de páramos inexpugnables, es lo que se conoce como la región Andina, que en Colombia afecta al 30% de la extensión del territorio.

Sección de la zona andina colombiana
Aunque en esa región se sitúan las ciudades más importantes  -Bogotá, Cali, Medellín, Manizales, Bucaramanga, Pereira, Armenia, Popayán ..-los movimientos de personas y mercancías en el pasado debieron ser una tarea titánica.
Una forma de mover mercancías fue la arriería. Esta nace en Antioquia tras el empuje de la minería que reforzó el crecimiento del comercio, pues los habitantes de estos asentamientos necesitaban bienes básicos y tenían poder adquisitivo para adquirirlos. Los comerciantes aprovecharon esta coyuntura y se valieron del arriero para poder suplir estas poblaciones y asimismo obtener oro como pago, dando lugar a la creación de fondas o tiendas con todo tipo de artículos.
El alto poder adquisitivo que propiciaba el oro  servía para dotar de todo tipo de mercancías a esas fondas y por tanto actividad para los arrieros.
Los primeros caminos fueron trazados ante la necesidad de comunicar los distritos mineros con zonas agrícolas o con salidas a los ríos Magdalena o Cauca, para la exportación del oro. Las mulas fueron las encargadas de soportar el peso de la expansión de estas pequeñas poblaciones alrededor de las minas y el arriero fue quien guió el destino de estas poblaciones. El arriero y la mula fueron un tándem indisoluble,  determinantes para la consolidación de la minería y el comercio.
Caminos de arriería a finales del siglo XIX. Dibujo de German Ferro Medina, publicado en  a Lomos de mula
La orografía determinaba unos caminos muy inseguros. Los había resbaladizos, polvorientos, pantanosos, insalubres y en general plagados de alimañas como tigrillos, osos de anteojos,  serpientes, mosquitos, zancudos,  garrapatas..que hacían el trayecto bastante penoso.

jueves, 22 de febrero de 2018

VISITA AL PARQUE ARQUEOLÓGICO NACIONAL DE TIERRADENTRO

El parque arqueológico de Tierradentro se encuentra en las inmediaciones del pueblo de San Andrés de Pisimbalá, perteneciente al municipio de Isnos, sobre el macizo central andino. El nombre le viene de las dificultades de penetrar en la zona montañosa de gran belleza. Al parecer los españoles durante la conquista la denominaron monte adentro.

La población de Tierradentro está organizada en resguardos, siendo mayoritarios las poblaciones indígenas nasas, que comparten con poblaciones de otras etnias como son los guanacas, guambianos y coconucos. Los miembros del resguardo tienen la responsabilidad de participar en mingas para trabajos de interés comunitario y ejercer cargos que se les asignen mediante elección. Los miembros del cabildo reciben como símbolo de su autoridad bastones de mando elaborados en madera de chonta, pintados de negro y decorados con borlas de lana, cintas de colores y laminas de plata. Administran su justicia al  margen de las leyes colombianas y todavía mantienen el cepo y los latigazos como instrumentos de castigo.

Al igual que el parque de San Agustín la organización te prevé de un pasaporte para que te vayan sellando la media docena de yacimientos dispersos, que mediante bonitos paseos o marchas se llega a ellos.  También te dan 48 horas para completar la visita. La entrada al parque dispone de dos museos, uno arqueológico y un segundo etnográfico.  

Caminando hacia el Alto de Segovia
El parque de Tierradentro se distingue por poseer las denominadas tumbas primarias, que no se visitan –existe la réplica  de una en el museo arqueológicoque eran tumbas de pozo poco profundas, provistas de una pequeña cámara lateral donde se depositaba el cadáver con el ajuar funerario. Sin embargo lo que se visita son los hipogeos o tumbas múltiples, donde los restos óseos son depositados en urnas funerarias cerámicas y colocadas en las cámaras funerarias.

Los hipogeos son cámaras funerarias provistas de escaleras de acceso, tallados en toba volcánica, que pueden tener nueve metros de diámetro y profundidades de hasta siete metros. Las excavaciones se realizaron con cinceles y azuelas de andesita y basalto.

Información sobre un hipogeo 
Las cámaras funerarias contienen nichos laterales. Los más grandes disponen de dos o tres columnas para sostener el techo cóncavo. Los más pequeños disponen de  pilastras. Los restos humanos fueron exhumados de sus tumbas primarias y depositados por segunda vez en elaboradas urnas funerarias dentro de los hipogeos.
Escalera de bajada a un hipogeo
Los hipogeos fueron profusamente decorados y pintados con pinturas geométricas y también de serpientes y lagartos de colores rojo, negro y amarillo, sobre pañete blanco. Algún autor sostiene que los diseños geométricos tienen similitud con los textiles elaborados actualmente en sus mochilas, donde ciertos patrones romboides se asocian con conceptos básicos de la cosmovisión andina.

Vista interior de un hipogeo del alto de Segovia. Fotografía extraída de la guía para visitantes  
La cronología de estos hallazgos se divide en tres periodos: Formativo, Clásico Regional y Reciente,  que van desde el 1000 a. C al 1530 d. C 

Haciendo camino el segundo día
Se visitan media docena de zonas arqueológicas siendo los más importantes el Alto de Segovia, el Duende, San Andrés y el Aguacate 

martes, 20 de febrero de 2018

VISITA AL PARQUE ARQUEOLÓGICO DE SAN AGUSTÍN

En nuestra estancia en Colombia hemos aprovechado para visitar los  Parques Arqueológicos Nacionales de Colombia de San Agustín y el de Tierradentro. La oferta la cierra el de la Sierra Nevada de Santa Marta que lo dejamos para mejor ocasión. Estos Parques están administrados por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia, una prestigiosa institución colombiana, que tuve oportunidad de visitar durante mi estancia en Bogotá y adquirir algunas de sus prestigiosas publicaciones. www.icanh.gov.co

Ambos parques se encuentran sobre la cordillera central andina y están situados al sur del país, en el Departamento del Huila. Una segunda entrada la dedicaré al de Tierradentro. Con carácter general y para ambos parques los hemos encontrados ordenados, limpios, con información suficiente, con los museos bien dotados y personal atento en sus explicaciones y recomendaciones. Se nota que lo administra el ICANH.  No quiero pensar que pasaría si lo administrasen los gobiernos departamentales.

El conjunto de San Agustín lo forman un conjunto de yacimientos arqueológicos dispersos por éste municipio y el de Isnos.  La visita se inicia en el yacimiento Mesitas y también es visitable los del Alto de Ídolos y el de Piedras, a una media hora en coche del inicial. En Mesitas se encuentra la entrada al parque y se ubica el museo. La organización te provee de una especie de pasaporte y te da un tiempo de 48 horas para que visites todos los yacimientos.

Estatua antropozoomorfa
Los yacimientos excavados se componen de montículos funerarios donde se depositaba el cuerpo del difunto sobre lajas o en sarcófago de piedra. Sobre el montículo funerario se ubicaban algunas estatuas, otras se enterraban dentro del montículo, a modo de ofrenda. El patrón más  común  consiste en gran escultura central acompañada de dos estatuas más pequeñas, una a cada lado, detrás de las cuales se construyó la cámara funeraria que contenía el cuerpo del difunto.

La estatuaria realizada en piedra volcánica pertenece al periodo Clásico Regional, que se sitúa  entre el año 1  y el 900 d.C y representan un complejo conjunto de creencias expresadas en ellas. En general en toda la estatuaria se observa una gran diversidad de temas.

Montículo funerario
Estatuas antropomorfas que parecen cubiertas con piel de felino o que combina  rasgos animales y antropomorfos, que sugieren la capacidad de transformación del personaje en otro ser, combinan con otras exclusivamente zoomorfas.

En el yacimiento Mesitas se encuentra la Fuente de Lavapatas, un monumento lítico sin asociación funeraria, dotado de canales, estanques y tallas de figuras humanas y animales, en el que predominan los reptiles y los anfibios. Se cree era un lugar sagrado dedicado a ceremonias religiosas y baños rituales. Desde la fuente se sube al Mirador de Lavapatas, donde aparte de obtener unas vistas esplendidas sobre el  valle,  se encuentran media docena de estatuas más, sobre un montículo funerario.

Posando en la fuente Lavapatas
A través de los estudios de la cerámica encontrada, los expertos sitúan tres periodos, el Formativo, el Clásico Regional y el Reciente, que van desde el año 1000 a.C al 1359 d.C, desconociendo por qué se extinguió esta cultura.

En las excavaciones realizadas en la primera mitad del siglo pasado participo un arqueólogo español, José Pérez de  Barradas,  un gaditano que consagró su vida al conocimiento de las culturas precolombinas en Colombia. Falleció en 1981.

Finalmente, San Agustín es el mayor complejo de monumentos megalíticos de la época prehispánica, reconocido por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad. 

viernes, 16 de febrero de 2018

MUSEO DEL RÍO MAGDALENA, EN HONDA

Honda es un municipio colombiano perteneciente al departamento del Tolima. Este es cruzado por el río Magdalena que recibe a dos tributarios por su margen izquierda, el Quebrada seca y el Gualí .

El río Magdalena ha sido hasta la segunda mitad del siglo XIX la gran autopista, en este caso fluvial para llegar y salir del interior de Colombia. Por él penetraron los españoles para llegar a la gran sabana y fundar la ciudad de Bogotá.

El Magdalena con más de 1.600 kilómetros de longitud, tiene en Honda un punto estratégico que le  llevó a disponer de al menos tres zonas portuarias – Puerto Bogotá, el Caracolí  y el Arrancaplumas-   y ser el primer puerto fluvial de Colombia.   A esta situación estratégica también se sumó los raudales producidos en el río debido a su desnivel, aguas arriba, conocido como salto de Honda, que dificultó la navegación aguas arriba hacia Neiva.

El museo que recoge esta historia de desarrollo económico y comercial, en torno al Magdalena, se aloja en un edificio que fue Bodega Real y puerto fluvial en el siglo XVII. Por las salas de estas instalaciones,  epicentro del desarrollo del país en tiempos del Estado español, se legalizaron la entrada y salida de mercancías al Nuevo Reino de Nueva Granada. Aunque el edificio tuvo otros usos- se le conoce como cuartel militar La Ceiba, por el árbol de sus afueras-  no se ha querido intervenir sobre el edificio, que conserva su arquitectura colonial. 

Bodega real donde se ubica el museo del río Magdalena
La sala dedicada al buque recrea como era uno, como funcionaba, lo que se comía, vajilla usada, las compañías marítimas que operaban sobre el río, los requisitos y tareas de la tripulación y sobre todo que cargas movían. Aquí aparece el algodón, el tabaco, la tagua, cueros curtidos, productos petrolíferos, café, sombreros tipo Panamá, que eran los rublos exportadores de Colombia en el siglo XX. 

Nave El Buque
Los barcos de vapor utilizaban la leña como combustible, que se apilaba en las orillas del río para que estos se provisionasen. Estas pilas se llamaban leñateros y la unidad de medida el burro. Esté era una columna de astillas de 75 centímetros de largo por la altura de un hombre.  Poco más o menos unos  70 trozos.

Un barco consumía unos 80 kilogramos a la hora, siendo esta navegación la responsable de una buena parte de la deforestación de los márgenes y aledaños del río Magdalena. El cambio al fuel oíl no se produjo hasta bien entrado el siglo XX.


Lámina de J.Eusebio Posada Rincón. Buque de vapor por el Magdalena. En primer termino un leñatero
El museo es una delicia y debería ser paso obligado para todos aquellos que quieran conocer la Colombia comercial, fluvial y la evolución de las embarcaciones durante los siglos XIX y XX.

Finalmente el museo ha editado una publicación titulada: Todos a bordo. Carta de navegación y conocimiento sobre el río Magdalena, una guía del museo bellamente editada, premiada en la VII edición del Programa de Ibermuseos.

martes, 13 de febrero de 2018

LA "SUBIENDA" EN HONDA

El pasado miércoles recalamos en Honda, camino de San Agustín, después  de haber partido de Cúcuta. En Honda nos encontramos con dos manifestaciones culturales muy interesantes. De un lado conocimos el Museo del río Magdalena, a quien le dedicaré la siguiente entrada y, del otro, el fenómeno que se estaba dando esos días, conocido como la  subienda.
Para entender bien este fenómeno hay que conocer las dinámicas hidrológicas del río Magdalena y el sistema de ciénagas que bordean el río en su curso medio y bajo.
Las ciénagas son zonas planas que se inundan de agua no corriente en las crecidas de los ríos, en este caso del Magdalena, con el que se conectan. Actúan como filtradores naturales de agua, gracias a su vegetación que almacena y como reguladoras de los niveles de los ríos, almacenando las aguas que traen cuando aumenta su nivel por las lluvias durante el invierno y dejándolas salir a través de los caños  cuando el nivel disminuye durante el verano.

Estas aguas de las ciénagas se caracterizan por ser poco profundas y estar estancadas, donde crece vegetación acuática sumergida y flotante como algas, lirios de agua, y juncos, y habitan diferentes especies peces, aves, pequeños mamíferos, ranas, reptiles e insectos.

Pescadores en una subienda en Honda. Foto de archivo
En el río Magdalena, la dinámica hidrológica  y climática  imprime un carácter de alta productividad a sus ecosistemas; las épocas de subienda y bajanza propician las migraciones de reproducción y alimentación y regulan la actividad de los pescadores en los ríos y ciénagas.

La subienda  se produce  en la época seca, que coincide en los tres primeros meses del año. Los nicuros, bocachicos, bagres y blanquillos salen de las ciénagas y remontan el río para desovar. En aquellos sitios donde se estrecha el río, como en algunas zonas de Honda, los pescadores aprovechan para pescarlos.

Así  que se instalan en las riberas del río, incluso instalan sus tiendas de campaña para dormir a pie de río y lanzan las atarrayas y el cóngolo  – una especie de redeño con mango de madera-  que tienen que manejar en contra corriente, para sacar todo lo que se menea en el río.

Lanzando la atarraya en el río Magdalena. Foto de archivo
La subienda para los pescadores supone  lo que en España se conoce como hacer el agosto. Son días de mucha pesca donde éste saca todo lo que puede para equilibrar el resto del año. En las buenas subiendas se podían pescar hasta 60.000 toneladas del pescado a lo largo de todo el río y participaban unos 5.000 pescadores.

Vimos durante el día muchos pescadores haciéndolo y por la noche instalan alumbrados eléctricos en sus orillas para seguir pescando. Es la gran fiesta de la pesca fluvial, todo un espectáculo.

viernes, 9 de febrero de 2018

EL MOLINO DE HERRÁN EN MUTISCUA

El pasado día 1 visitamos Mutiscua, población del Norte de Santander, famoso por la producción de hortalizas y por albergar criaderos de trucha en el río La Plata, afluente del Zulia, que discurre por la parte baja del pueblo.

Visitamos algo que llaman molinera de Herrán, que en realidad es una empresa harinera dotada de la mejor tecnología de principios de siglo pasado.


La harinera era un complejo mixto que incluía  una completa instalación hidráulica, edificios de transformación, almacenaje y empaque. Además cuando escaseaba el agua disponía de un importante motor que movía los mecanismos mediante juegos de poleas. Es decir disponía de dos fuentes de energía; la hidráulica del río La Plata y la facilitada por el potente motor de combustión de tecnología inglesa. De ahí el carácter mixto de la harinera.

Edificio de la harinera. A mano izquierda la tubería de conducción del agua hacia la turbina
La instalación se componía de cinco molinos de rodillos, fabricados en Estados Unidos,  que funcionaban de la siguiente manera. Unos quinientos metros aguas arriba del río se construyó una presa a fin de poder introducir las aguas en un canal de derivación que discurre por la ladera y cuya cámara de carga se sitúa enfrente del edificio, a unos 18 metros de altura.

La derivación se realiza a fin de que la energía potencial del agua sea la máxima cuando se precipita sobre la turbina. Esto se hace a través de una  tubería metálica expuesta a la vista de unos 40 centímetros de diámetro.

El agua se precipita sobre la turbina tipo Pelton, y mueve  el árbol principal, desde el cual penden los arboles secundarios que mueven los mecanismos de los molinos. Las poleas que facilitan la transmisión son de  entre 10 y 15 cm. de ancho y son de cuero.

Puesto en marcha el mecanismo se  iniciaba  la separación de impurezas mediante aspiración, cribado... etc., para luego pasarlo por un rociador  con la finalidad de alcanzar un cierto grado de humedad indispensable para una buena molturación.

A continuación se procede a la molienda selectiva en los molinos de   rodillos que desgarran y trituran el grano. La molienda propiamente dicha comprende tres operaciones diferentes: trituración, desagregación y compresión. En las dos primeras unos cilindros metálicos muelen por presión, gracias al efecto de unas estrías labradas en el metal, realizándose de cuatro a ocho trituraciones, cada una con un estriado diferente, hasta conseguir una harina fina y uniforme.

Tipo de molinos similares a los de Mutiscua
Después  la harina es conducida mediante juegos de cangilones por las tuberías de madera a la parte superior donde a través de juegos de cribas, seleccionar las harinas y separan el salvado de la misma.

Una vez cribada se conducía hacia la parte baja donde se guardaba  en costales o sacos. La harinera todavía conserva una preciosa máquina de coser costales, de tecnología inglesa.

Cuando escaseaba el agua en el río, se cerraba el mecanismo hidráulico y se ponía en marcha el motor de combustión que trasfería  su potencia al árbol principal. De esta manera podían moler los 12 meses del año y no depender de la meteorología reinante. La harinera también disponía de una planta  eléctrica para generar su propia energía, de todo el conjunto.

Este tipo de harineras son exclusivas para moler trigo, que durante el siglo pasado se sembraba abundantemente, tanto en Mutiscua, como en los municipios aledaños, como Cácota y Santo Domingo de Silos. Precisamente el cambio de cultivos en estas zonas precipitaron su cierre.

La harinera fue inaugurada en 1924 y todos los mecanismos –juegos de transmisiones y poleas, molinos, tuberías de conducción de las harinas, motor de combustión, su sistema de refrigeración, la planta eléctrica y la máquina de coser costales, están en perfecto estado.
Placa sobre la harinera, con su año de construcción
Lo mejor que puede  hacerse con esa instalación es que una institución publica se hiciese cargo de la misma,  la acondicionase y haga un museo sobre la molturación del trigo con la tecnología de hace 100 años. Desde luego la instalación es muy interesante y no existirán muchas en este estado en Colombia.

lunes, 5 de febrero de 2018

VISITA AL MUSEO DE EDUARDO RAMÍREZ VILLAMIZAR, EN PAMPLONA

El pasado sábado pasamos la jornada, junto a unos amigos cucuteños, en la Pamplona colombiana. Esta es una pequeña ciudad de unos 60.000 habitantes, situada a 2200 metros de altitud.

Aprovechamos para visitar el museo del artista local Eduardo Ramírez Villamizar –ERV , nacido en la ciudad en 1992 y  fallecido en el 2004.

De Eduardo se sabe que realizó estudios de arquitectura en Bogotá sin acabarlos, y que finalmente se inclinó por las artes plásticas. Pasó por París y Nueva York donde residió algún tiempo. Nos deja una prolija obra iniciada en la pintura, hasta evolucionar a la escultura, primero en madera para pasarse al hierro, inicialmente pintado para  evolucionar hacia las esculturas en hierro oxidado.

Tempera sobre papel de Eduardo
Esculturas exentas, hasta construcciones emergiendo, círculos intersectados, esculturas suspendidas, inclinadas, en cámaras en progresión ..., muchas de ellas de gran formato que adornan parques, avenidas, edificios públicos de Colombia y en EE.UU. Es el padre del geometrismo en Colombia y el mismo manifestaba que todas las formas geométricas están en la naturaleza. 

Representación geométrica del caparazón de un caracol 
Eduardo realizó prácticamente toda su obra escultórica en Suba, un distrito de Bogotá, donde tenía su taller. El artista concebía y diseñaba la pieza, realizaba la maqueta y un par de operarios metalúrgicos que residían en sus proximidades, reproducían la escultura a la escala determinada.

Formó parte del grupo de Barranquilla, un grupo de intelectuales  progresistas que se reunían en esa ciudad colombiana, entre los que se encontraba Gabriel García Márquez. Posiblemente la marcha de Eduardo de Pamplona a Bogotá, sería para huir del clima asfixiante de una Pamplona dominada por las instituciones religiosas, que creaban una atmósfera muy conservadora. A G. García Márquez también le toco marcharse, en este caso más lejos, a México.

Así y todo ERV, visitaba su ciudad natal tres o cuatro veces al año, donde aprovechaba para  realizar cursos, talleres y dar conferencias. Su amor a Pamplona lo demostró instalado el museo en su ciudad natal,  con la ayuda del Presidente del Gobierno de la época, Virgilio Barco y cumpliendo su voluntad de dejar depositadas sus cenizas debajo de un magnolio centenario, que se ubica en el patiojardín del museo.  

Vista parcial del jardín del museo. Al fondo escultura homenaje a  Virgilio Barco
El museo se aloja en una casonapalacio colonial de unos 400 años de antigüedad, rehabilitado para alojar el museo. Este se ubica en un costado de la plaza principal de la ciudad. Dotado de amplios balcones hacia el exterior, hacia el interior se dota también de grandes  corredores, salas espaciosas, el  patiojardín, ya citado y un jardín en la parte trasera, que dispone de otro magnolio centenario y que  aloja la escultura de homenaje del  artista a Virgilio Barco.

En algunas salas del museo se han logrado recuperar los frescos policromados, en forma de cenefas y pinturas, datadas de algo más de 300 años, perfectamente conservadas. Esta casonapalacio se la conoce como de las marías  y se sabe que Simón Bolívar la utilizaba para su descanso durante sus desplazamientos en la Gran Colombia.

Fachada del mueso Ramírez Villamizar
El joven Director, Ricardo Jiménez, nos acompañó en algunas fases de la visita, ayudándonos a comprender las obras del maestro y también nos hizo alguna crónica de la historia local, que nos posibilitó entender mejor la vida colonial en Pamplona.

El museo es privado y se administra a través de una Fundación. Así y todo, la entrada tiene un precio simbólico de 1000 pesos –0,29 euros. Vienen trabajando con los colegios del Departamento a fin de involucrar a los niños mediante pequeñas maquetas en cartón, en la comprensión de las obras expuestas de ERV, en el museo. El museo también alberga exposiciones temporales, tertulias y conferencias 

viernes, 2 de febrero de 2018

A PROPÓSITO DEL LIBRO DE FRANCISCO DE ROUX

Durante mi estancia en Colombia he aprovechado para leer el libro de Francisco de Roux, La audacia de la paz imperfecta. Francisco es una reputadísima autoridad moral en el país, jesuita, que lleva décadas haciendo trabajo social y por la paz en Colombia y que ha pagado un alto precio por ello; le han asesinado docenas de colaboradores suyos y todavía recibe insultos  del siguiente tenor: cura comunista, guerrillero, ladrón de tierras y cómplice de terroristas. Así están las cosas en Colombia.

Colombia es actualmente uno de los países más inequitativos y desiguales del mundo, más  corruptos, más narcos, más impunes, más excluyentes de sus poblaciones indígenas, más golpeados  por la minería ilegal y con un tejido sindical prácticamente inexistente debido al  asesinato de sus miembros.  

Con estas premisas Francisco en su libro y a través de seis capítulos nos desentraña algunos de los intríngulis que tuvieron las negociaciones de paz en la Habana, que duraron cuatro años. Nos relata como la presencia de las victimas de toda condición en la capital cubana,  sirvió para ponerlas en el eje de la negociación y permitir que ésta avanzase.

Imagen de Francisco de Roux
Nos dice que le pegó muy duro el resultado de la consulta por inesperada, la posición poco clara de la conferencia episcopal colombiana, que se limitó a recomendar la participación en la misma, sin fijación de una posición previa  que  recomendar  a sus fieles, nos relata que la entrega de armas de los paramilitares que él presenció, fue una broma comparada con la realizada por las Farc, dirigida  por Naciones Unidas, en las que también el mismo participó.  

Sugiere que una vez entregadas las armas,  Colombia se encuentra en un escenario nuevo muy interesante que hay que desarrollar y que puede conducir a un país nuevo, donde se vayan superando todos los desordenes que le atenazan.

Conoce muy bien los enemigos del acuerdo de paz, que son muchos y poderosos, pero nos transmite que es un deber moral reconciliar al país y propone anteponer el desarrollo de los acuerdos de paz a cualquier otra consideración nacional.

Portada del libro
Nos hace aportes y reflexiones sobre sus experiencias. Hecho en falta algún texto referido a los  sindicatos como organizaciones que puedan arrancar de los empresarios acuerdos que dignifiquen a los trabajadores. Las matanzas de sindicalistas de décadas pasadas han dejado a los trabajadores colombianos en una jungla, donde la desregulación laboral es absoluta.

Valora como muy importante la visita del papa Francisco a Colombia durante el pasado año, donde dejó reflexiones muy importantes en torno a la paz y como fomentar la cultura de encuentro entre víctimas y victimarios.

Finaliza en libro con una serie de preguntas sobre si hubo o no conflicto armado, sobre la legitimidad de la justicia especial para la paz, si una vez terminada la guerra, ¿cuál es el problema más importante? y finaliza preguntándose ¿sí hay razones para la esperanza?.

Me parece una interesante publicación donde Francisco nos obliga a reflexionar sobre el interesante escenario que se abre en Colombia y las tareas que les aguardan. No estaría de más  que esta publicación fuese de obligada lectura y explicación en los colegios colombianos.