domingo, 30 de diciembre de 2018

LOS FRAILEJONES ESTÁN AMENAZADOS



El páramo es un ecosistema tropical de alta montaña que se desarrolla por encima del área del bosque y tiene su límite en las nieves perpetuas. Hablando de altitudes se ubican entre los 3.200 y los 4.800 metros de altitud.

Estos ecosistemas son exclusivos de unos pocos países: Ecuador, Venezuela, Perú y Colombia. En este último país se concentra casi el 60 % de la superficie de los páramos tropicales en el mundo, siendo el frailejón –espeletia—la planta más característica.
 
De tronco grueso y hojas plateadas, suculentas y velludas, organizadas en espiral que crean una roseta en la parte superior del tallo. Las hojas muertas a lo largo de éste, en lugar de caer, permanecen protegiéndolo. Esta serie de adaptaciones fisiológicas se deben a las drásticas condiciones climáticas de las alturas andinas como el frío y alta irradiación ultravioleta.

Planta de frailejón
Estas plantas tienen la virtud de capturar el agua de las nubes y de las neblinas que las rodea, tan abundantes a esas altitudes, reteniendo hasta el 65 % del volumen de esta, que sirve para mantener los caudales de quebradas y ríos.

Según estudio recientes de la Universidad Nacional de Colombia, las grandes ciudades andinas de Colombia, donde residen millones de habitantes, son abastecidas con el agua de los páramos que les circundan. El páramo de Belmira abastece a la Ciudad de Medellín, mientras el de Guerrero y el de Chingaza la hace a la ciudad de Bogotá de 9 millones de habitantes. Así el resto de las ciudades.

El Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt de Colombia, ha encendido las alertas   http://www.humboldt.org.co/es/boletines-y-comunicados/item/1180-frailejones-en-peligro sobre los peligros que corren estas plantas. A las amenazas clásicas; ganadería intensiva, minería, turismo descontrolado, cultivos de patata y cebolla, se unen otros nuevos, desconocidos hasta la fecha, como son tipos de polillas, hongos y escarabajos que viene afectando a las plantas.

Páramo de Guantiva
Los investigadores están sobre el terreno estudiando la afectación y muerte de frailejones de algunos páramos. Una hipótesis tiene que ver con el cambio climático y subida de las temperaturas, que favorecen la reproducción de estos organismos que les atacan.

He tenido oportunidad de visitar algunos páramos. En Venezuela los que circundan la ciudad de Mérida y en Colombia, bastantes de ellos. El de Berlín lo habré cruzado una treintena de veces, algunas zonas del Chingaza, otras que circundan El Cocuy y sobre todo el de Choachí. 

Residiendo en Bogotá, con frecuencia nos desplazábamos a Choachi los domingos a comer carne a la llanera y hacer las compras en el mercado campesino dominical. Cruzando los cerros orientales nos encontrábamos con el páramo. Hemos parado muchas veces a contemplar los frailejones y a fotografiarlos. Incluso tenemos hojas de frailejón secas en nuestra casa de Santander. También disponemos de una buena colección de fotografías de frailejones de algunas partes de Colombia, algunos de ellos de más de tres metros de altura.

sábado, 26 de mayo de 2018

UNA PRECIOSA INICIATIVA SIMBÓLICA EN COLOMBIA


El pasado 17 de mayo en Tunja, capital del Departamento de Boyacá, en Colombia, se realizó una preciosa iniciativa de contenido simbólico, pero también práctica. Consistía en intercambiar algún recipiente plástico, que aportaban los vecinos, por un cesto confeccionado por los artesanos locales, con fibras naturales, dentro de la campaña: más fibra menos plástico.

Se trataba de reducir los consumos plásticos para volver dentro de lo posible a los antiguos canastos para realizar las compras cotidianas. Se repartieron más de 3.500 cestos.

Emblemas de la campaña
Colombia, por su situación en la franja intertropical del planeta y por sus condiciones físicas, climáticas y orográficas es el paraíso de la diversidad vegetal, con más de 27.000 especies de plantas reconocidas. Por tanto, no les faltan especies vegetales que les aportan, según qué tipo de canastos, las fibras convenientes. La sabiduría campesina hace el resto.

En estos tiempos, en los que estamos rodeados de plásticos, con las costas invadidas de esas basuras, islas de plástico de muchos km2 en los océanos, y hasta los peces que nos comemos lo alojan en sus vísceras, una iniciativa como la de Tunja, tiene un significado muy especial.

Los canastos del trueque en Tunja
Además, las gentes de Colombia tienen una sabiduría ancestral en torno a los embalajes naturales. El hombre primitivo, debido a su aislamiento, resolvió el problema del embalaje de muchos productos, especialmente de los alimentos, a través del aprovechamiento de las hojas de algunas especies vegetales. Estos embalajes todavía siguen siendo perceptibles en ese país.

Ojalá otros departamentos sigan con esta iniciativa. Aparte de la campaña de concienciación, dar vida al monte mediante la recolección ordenada de las plantas adecuadas, el secado, procesado y teñido de las fibras, darían trabajo a ese importante sector de artesanos colombianos. 

lunes, 9 de abril de 2018

LOS TELARES DE HORQUETA INGAS, PARA ELABORAR CHUMBES


Otra de las piezas que nos llamó la atención visitando el museo etnográfico del Parque Arqueológico Nacional  de Tierradentro, fueron unos telares de horqueta, utilizados para elaborar chumbes, a pesar de que ya los habíamos visto en el Museo del Traje de Bogotá.

Estos telares de origen prehispánico son una sencilla rama de árbol en forma de “Y”, utilizados para tejer unas fajas de ancho y largos variables,  llamados chumbes.

Maqueta de un telar de horqueta con su chumbe en fase de elaboración
El museo dispone de dos ejemplares expuestos, aunque en las tiendas de recuerdos de  San Andrés de Pisimbalá, pudimos adquirir una maqueta de uno, con la faja en fase de tejido, que hemos traído a Cantabria.

Uno de los telares del museo 
Estas fajas, en la actualidad, lo usan las mujeres guambianas y las paeces del Cauca, para sostener el anaco o falda tradicional. Los ingas del Valle del Sibundoy, lo utilizan para el llaugtu o corona de chumbes, que utilizan tanto los hombres como las mujeres.

Tejiendo en el telar de horqueta. Fotografía perteneciente al Icanh 
Las mismas, elaboradas por las mujeres, cumplen un papel fundamental para el dialogo  con la naturaleza y con la vida.  Contienen expresiones  iconográficas que relatan anécdotas, creencias, mitos, cuentos, leyendas, que dan cuenta del contacto entre el inga y el foráneo. En el chumbe se escribe la historia y cada figura cuenta una historia porque los ancestros construían la historia en los chumbes para no perder la memoria.

martes, 27 de marzo de 2018

UNA BONITA HISTORIA BOTÁNICA II


Esta historia no finaliza en el dialogo anterior. Matís se lo cuenta a José Celestino Mutis y éste, incrédulo, solicita verificarlo con el negro Pío en la propia Casa Botánica. 
  
José Celestino Mutis reúne como testigos presenciales del descubrimiento al canónigo  Ugalde, al jesuita padre Álvarez,  y a Pedro Fermín de Vargas, corregidor de Zipaquirá, su discípulo.

Lámina botánica del arbusto del Guaco, de la Real Expedición 
Cuando Pío se hace presente, José Celestino Mutis le dice:

-Estos señores quieren que los cures; si te atreves.
-Respondió que sí.
-Díjole el doctor Vargas: vamos a la obra.
-Díjole el negro: no, mi amo, ahora no; eso ha de ser por la mañana.
- Bien, dijo el señor Vargas: prevén lo que sea necesario, y ven acá por la mañana.

A la mañana siguiente vuelve el Negro Pío. Antes de exponer el descubrimiento a los botánicos de la casa de Mutis, nos cuenta Matís que él y Pío volvieron a la oficina, machacamos bien las hojas, las envolvimos en un trapo, exprimimos el zumo y lo guardamos en un vaso.

En efecto, Pío trae la culebra e inocula el zumo en los cuerpos de los asistentes. Deja la culebra en el suelo y los insta a que la recojan; ninguno de los canónigos y botánicos se atreve a levantarla. Pedro Fermín de Vargas, finalmente, levanta la culebra y la deposita en el piso. La culebra no lo pica. Matís la levanta dos veces y no lo pica tampoco. Con humor y cierta alevosía, le dice a los botánicos  luego de cogerla: ¿ven ustedes? ¡y están con miedo! No fue posible.

Portada del semanario madrileño donde se publica la historia
Después de lo cual escribe: Yo, Matis, me quedé pensando: si la culebra no pica a alguno, no quedo satisfecho de la curación. Me resolví a irritarla haciendo reflexión: ¿qué puede ser? aunque me pique, aquí está el curandero a quien le tengo fe.

En efecto, me agaché y le fui rascando por encima; [...] revolvió con ligereza y se me prendió, clavándome los colmillos en los dos dedos centrales de la mano derecha. [...] El negro, que tenía en la boca hoja mascada del dicho guaco, me tomó la mano y chupó donde le mostré me había picado, escupió, y me dijo: No tenga su merced cuidado.

Este esplendido relato ha tenido algunas modificaciones sobre todo en  lo que tienen que ver con la apropiación del descubrimiento. Uno de ellos tuvo lugar en Semanario de Agricultura y Artes Dirigido a los Párrocos, publicado en Madrid, en 1798, en versión  de Pedro Fermín de Vargas.
Capítulo del semanario relativo a la historia del guaco
Este antiofídico, según nos explicó el guía actual de la antigua sede de la Expedición  Botánica, fue explotado económicamente durante muchos años por Manuel Mutis, hermano de José Celestino.

En esta bonita historia existen dos situaciones. De un lado los botánicos, el conocimiento, miran la serpiente, guardan distancia y nunca se atreven a recogerla, en una situación en la que se corresponde con el miedo a la muerte. Del otro, el semianalfabeto Matís y el esclavo Pío,  con sus prácticas comunitarias de contar, curar y jugar entre la vida y la muerte, ofrecen una lección a los primeros.

sábado, 24 de marzo de 2018

UNA BONITA HISTORIA BOTÁNICA I


En nuestro reciente viaje a Colombia, hicimos noche en San Sebastián de Mariquita, municipio situado a 150 kilómetros de Bogotá, famoso por servir de sede de la Real Expedición Botánica, ordenada por el rey Carlos III, bajo la dirección del sabio gaditano José Celestino Mutis.

Visitamos las instalaciones de la sede en un viejo caserón colonial, así como el jardín de la misma, conociendo el famoso arbusto del guaco -Mikania cardifolia- cuyas hojas nos regalaron y conservamos en Cantabria. Además nos sirvió para rememorar una bonita historia que habíamos leído dos días antes en el anuario Maguaré, del Departamento de Antropología de la Universidad Nacional de Colombia, que habíamos  adquirido en Popayán.

Vista del caserón que acogió la Real Expedición Botánica en Mariquita
En mayo de 1801 Alexander Von Humboldt y Aimé Bonpland llegaron a Bogotá para conocer a José Celestino Mutis y los trabajos de su Expedición Botánica en la Nueva Granada. La llegada de los científicos extranjeros fue un gran acontecimiento en la aldeana Bogotá de entonces.

Entre los muchos regalos que recibieron los viajeros estaba una planta conocida como la hoja del guaco. Seguramente los naturalistas granadinos se la obsequiaron como símbolo del conocimiento vernáculo y como una contribución local a las ciencias universales. Camelo describe así el suceso: “[…] Mutis entregó a los visitantes una artesa con fragmentos del bejuco de Guaco, que con Pedro Fermín de Vargas […] habían identificado como efectivo antídoto contra el veneno de las serpientes”

El descubrimiento de la hoja del guaco ocurrió algunos años antes y por cuenta de otras personas distintas a las que hicieron entrega de la planta a los viajeros extranjeros. Fue obra de un pintor y naturalista autodidacta, Francisco Javier Matís, que trabajó durante 30 años en la Real Expedición y de otra figura todavía más desconocida, el negro Pío.

Hoja del guaco -mikania cardifolia- recogida en el jardín de la sede 
En un texto dejado por Matís  cuenta la manera en que “descubrió” las propiedades antiofídicas de la hoja de guaco mientras herborizaba por las regiones aledañas a Mariquita. Corría el año de 1788 y Matís se encuentra al negro Pío, esclavo de José Armero, con una culebra viva en las manos y al haberle preguntado dónde la había cogido, se desarrolla el siguiente dialogo:

Dijo que [la había cogido] a la venida de la hacienda.
-Pregunta Matís ¿A qué [sic] te adivino, le dije, las contras de que usas? (1)
-¿A que quizá, contestó, sabrá su merced?
- Díjele que usaría del bejuco curare. Contestó que sí.
-¿De la necha? -Que sí.
-¿De la fruta del burro? -Que sí.
-¿Y fuera de esas usarías otras? A lo que me contestó: hace poco descubrí otra que me parece es mejor que las nombradas.

Y sacando del bolsillo una hoja, me la mostró, y refiriéndome cómo había sido el descubrimiento, dijo: Que estando desherbando unas yucas en la hacienda de su amo, vino una águila que nombran guaco, y se paró en un árbol: que estuvo cantando guacó, guacó [...] y que luego se dejó caer entre el bosque; y oyéndole dar aletazos, le causó curiosidad de ir a ver qué eran dichos aletazos, y vio al águila en acción de coger la culebra, la cual se le prendió, y en el instante levantó el vuelo, y se fue. 

Aguila guaco referida en la conversación
El negro la siguió para ver dónde iría a caer, y vio que a la ceja del bosque se sentó y comió de las hojas del bejuco guaco, y retrocedió en busca de la culebra, y la halló en el mismo sitio, y la cogió y se la llevó a comércela [sic] a otra parte; que fue el negro y reconoció de las hojas que había comido, y reflexionó: cuando este animal ha comido de este bejuco, buena contra será.

-Ya he aplicado, añadió, a seis el zumo puro bebido y frotado en las picadas, y ninguno ha muerto.

-Díjele: buen descubrimiento has hecho

CONTINUARÁ


(1)Hace alusión a los contravenenos que utilizan en su vida común. Este lenguaje es propio de los naturalistas y  de yerbateros o curanderos prácticos, de ese país.

sábado, 17 de marzo de 2018

OBTENCIÓN DE CERA DEL LAUREL, EN EL SUR DE COLOMBIA

Visitando el museo etnográfico del Parque Arqueológico Nacional  de Tierradentro, nos  encontramos un artilugio que nos llamó la atención; era una prensa para obtener la cera del árbol denominado laurel de cera. Desconocíamos la existencia de este aprovechamiento económico.
Prensa de cera. Sobre ella la bolsa de fique y debajo la canoa para recoger la cera
Los laureles de cera son una variedad de arboles pertenecientes a la familia Myricaceae, que se distribuye en las zonas montañosas, entre los 1.700 y los 2.900 msnm. en la zona intertropical. Estas especies del género Myrica se las conoce por sus frutos ceráceos, utilizados para la fabricación de velas, jabones y como materia prima para fabricar betunes y ceras para suelos.

Lamina botánica del genero Myrica, laureles de cera

La cera se encuentra en racimos de bayas escamosas y duras con núcleo huesoso, fácilmente desprendible mediante calentamiento en  agua y posterior prensado de las bayas para obtener un mejor rendimiento. La cera se obtiene por decantación una vez pasada a moldes cuando está caliente.

 

El procedimiento consiste en retirar las bayas de los arboles mediante arrastre de las mismas. Un árbol adulto puede proporcionar 25 kilogramos de semilla. Posteriormente se calientan en un recipiente donde ya inicia el soltado de la cera.

 

Posteriormente se extraen las bayas de las canecas y se introducen en una bolsa de fique, para una vez cerrada prensarla en el artilugio de la foto. La prensa en realidad en un gran tronco cortado por la mitad, en posición horizontal, sujeto en ambos extremos con sendos troncos, en este caso verticales y enteros,  donde se apoyan.

 

Separadas ambas mitades –prensa abierta- se introduce la bolsa de fique y se vuelven a juntar, utilizando palancas auxiliares para juntar lo máximo posible los troncos horizontales, propiciando la caída de la cera residual al recipiente de madera ubicado debajo de ella. Para un mejor aprovechamiento se suele cambiar de posición la bolsa de fique en la prensa y seguir prensando. La cera es de color verdosa y lo que queda en el costal, el ripio, se utiliza para hacer abono orgánico.


Vista lateral de la prensa de cera

Los rendimientos alcanzados son del orden del 20%, es decir de un saco de 50 kilogramos de bayas pueden obtenerse unos 10 kilogramos de cera.

 

Esta actividad económica es propia de los Paeces, ubicados en algunos municipios del sur del Departamento del Valle del Cauca y de Nariño. 


sábado, 3 de marzo de 2018

SOBRE JAMES RODRÍGUEZ

A pocos meses de que se inicie nuevamente el mundial de futbol escribo esta entrada a sabiendas de que en Colombia me meto en un berenjenal, pero no me importa.

El anterior mundial, el del 2014, me cogió viviendo en Bogotá. Me sorprendió que los días que jugaba Colombia y ganaba, las jornadas finalizaban con docenas de heridos y algunos muertos. Además era una temeridad salir a la calle, después del partido, porque te podía pasar cualquier cosa.

Recuerdo también que los días que jugaba Colombia se decretaba la ley seca, consistente en que nadie podía venderte un gramo de alcohol desde las 12 de la noche, del día anterior, hasta las 12 del día siguiente. Es decir mientras que en el resto del mundo, el sector hostelero aprovecha para hacer caja en un mundial de fútbol –la gente le gusta ver los partidos en las terrazas junto a los amigos o familiares- en Colombia no es posible y se deprime más el sector.

Está bien que el futbol sea una religión en Colombia, pero estas  circunstancias, por si solas, deberían hacer reflexionar a los colombianos. ¿Por qué  les tratan como a niños pequeños? y ¿por qué no asumen las responsabilidades de sus actos¿

El 2 de octubre del 2016, se celebró en todo el país un plebiscito para refrendar o no el Acuerdo de Paz de la Habana. Los partidarios del no  ganaron la consulta por 6.431.376 votos, frente a los 6.377.482 de los del sí. El resultado conmocionó prácticamente a todo el mundo.  

La campaña fue muy sucia, sobre todo por parte de los del no, donde se atrevieron a colocar vallas publicitarias por todo el país,  donde aseguraban que votar a favor del acuerdo de paz era votar por la presidencia de Timochenko, máximo comandante de las FARC. En los sondeos actuales no llegan al 2% en intención de voto.

Valla informativa de los partidarios del NO
En este contexto, el periodista inglés, John Carlin, escribía una columna en el diario El País de España, titulada James es un cobarde: ¿Sí o no¿ . Jhon le invitaba a pronunciarse sobre el sí, como lo había hecho anteriormente otro ídolo deportivo colombiano, el ciclista Nairo Quintana.

Y le decía: Otra cosa es que se quede callado un futbolista cuando lo que está en juego no es el resultado de una elección general más, sino el destino del país en el que nació. Es el caso hoy de James Rodríguez. El 2 de octubre se celebrará aquí en Colombia un plebiscito para decidir si el acuerdo de paz que el gobierno ha negociado con las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para poner fin a medio siglo de guerra se implementará o no. Los colombianos tendrán que votar “sí” o “no” al acuerdo. Si votan que no, cuatro años de negociaciones se irán a la basura y de vuelta a los asesinatos y los secuestros, al terror y a los enfrentamientos militares.

James se quedó callado. Sin embargo, un mes más tarde no tuvo reparos para hacerse una foto en el campo de fútbol del Real Madrid, con los expresidentes colombianos Alvaro Uribe y Andrés Pastrana, que encabezaron las campañas por el no y que actualmente, de cara a las elecciones generales de éste año, sus respectivas formaciones se manifiestan por hacer trizas el acuerdo de paz, que ha hecho suyo el Estado colombiano.


James entre Alvaro Uribe y Andrés Pastrana, en el campo del R.Madrid
Sabemos que la vida de un futbolista puede ser unos 15 o 18 años. A partir de aquí ya eres un ciudadano normal como el resto, aunque dispongas de mucho dinero. James, mal asesorado, no se ha dado cuenta que se puede simultanear  ser un buen futbolista con un buen ciudadano colombiano.

De lo primero no hay dudas. En cuanto a lo segunda a mi me parece un pobre idiota.

miércoles, 28 de febrero de 2018

DE LA ARRIERÍA AL CABLE AÉREO EN COLOMBIA III

El pasado ocho nos desplazamos a Manizales con el propósito de conocer el edificio de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional, que se aloja en la antigua estación de cabecera del cable Mariquita – Manizales. 
Casualmente a nuestra llegada nos encontramos  a las autoridades académicas y los alumnos, inaugurando la renovación de la cubierta del edificio. Pudimos conocer  la presencia del Rector Ignacio Mantilla.
El edificio-estación La Camelia, como se llamaba, conserva por el exterior la arquitectura industrial en madera, del siglo XIX, mientras por el interior a base de estructuras metálicas muy livianas, han conseguido ganar un piso destinado a aulas. Conserva todo el sistema de cerchas en madera.
A la izquierda Estación La Camelia funcionando, A la derecha facultad de arquitectura en el mismo edificio. Detrás de las palmeras la torre de Herveo y al derecha una columna del sistema
También conservan parte de la maquinaria del cable y tres o cuatro vanos, que incluso cruzan las calles de la ciudad, donde se aprecian las columnas metálicas y las plataformas de carga. Incluso han hecho un guiño al ingeniero que diseñó el sistema que, en su día, se subió a una plataforma con su hija, reproduciendo en uno de esos vanos esa pareja mediante muñecos. Esta actuación de la Universidad Nacional, que se incardina dentro de la Arqueología Industrial, no nos queda más que felicitarlos.
Plataforma de carga y sistema de giro del cable aéreo
La historia empieza a partir de 1910 cuando se piensa en cables aéreos para salvar las intrincadas montañas colombianas. Las carreteras debido a la escasa presencia de automotores eran inexistentes y además era la evolución lógica sobre al arriería existente.
La concesión se adjudicada a una compañía inglesa llamada The Ropeway Extension, para construir un Cable Aéreo, que cubriría una extensión aproximada de 72 kilómetros, uniendo las ciudades de Mariquita, y Manizales, generando en la región un moderno medio para el transporte de carga y activando el comercio de productos y servicios entre las dos comarcas.

Los trabajos de exploración empiezan hacia 1912 y los realiza  James F. Lindsay, un ingeniero civil nacido en Nueva Zelanda. La construcción del que sería en su momento, el cable aéreo más largo del mundo, comenzó en 1914, coincidiendo con el inicio de la Primera Guerra Mundial. Como toda la maquinaria, herramientas, insumos y provisiones necesarios para la obra, eran traídos desde Inglaterra y transportados a lomo de mula y de buey, hasta el terreno, después de atravesar el Océano Atlántico y remontar el río Magdalena hasta Honda, el enfrentamiento bélico, llenó de dificultades el desarrollo del mismo.
A la izquierda James F. Lindsay junto a su hija. A la derecha su reproducción actual sobre una calle de Manizales
El sistema se componía de 375 torres de acero y una de madera que más tarde contaremos su historia,  de alturas comprendidas entre los 4 y los 52 metros y daban servicio a 22 estaciones.
Después de muchas dificultades, el primer tramo del Cable Aéreo, Mariquita – Herveo, fue inaugurado en marzo de 1915. Debido a la guerra que asolaba a Europa, las obras fueron suspendidas casi en su totalidad, hasta se reinició en 1916 que  culminaron con éxito, seis años más tarde en la Estación de la Camelia, en Manizales. La inauguración oficial del Cable Aéreo fue el 22 de enero de 1922. 
El esquema de funcionamiento era claro. El cable únicamente movía mercancías; sobre todo café y otros productos que se producían en el Departamento de Caldas, eran conducidos hasta Mariquita que enlazaba con la vía férrea existente, para ser conducidos a los puertos fluviales de La Dorada y de Honda. De aquí las cargas eran llevadas en los vapores fluviales a los puertos marítimos de Barranquilla y de Cartagena de Indias.  
Como era un sistema sin fin, de ida y vuelta, para esta última se aprovechaba para introducir productos que demandaba el Departamento. El día de la visita un profesor me comentó que éste cable había sustituido a unas 35.000 mulas y a unos 6.000 arrieros, reduciendo considerablemente los costes del transporte.
El Cable Aéreo funcionó durante 53 años, cerrándose en 1968, cuando las carreteras iniciaron una nueva época en el transporte de pasajeros y de mercancías, en Colombia.

Así y todo Manizales se dotó de tres cables aéreos más, de tipo mixto -carga y pasajeros- más cortos y de vidas más efímeras como fueron el Pacific, el North y el Villamaría. Otro gran proyecto el cable aéreo Gamarra–Cúcuta, de 170 kilómetros, solo se construyeron 47, finalizando en Ocaña. Colombia en esa época era una adelantada en ese sistema de transporte, en el mundo.


Cuadro de Gustavo Pérez Ángel
Junto a facultad han trasladado una torre del sistema conocida como la de Herveo. Tiene una historia  muy singular. Es la torre más grande del sistema, de 52 metros de altura, única torre construida en madera, ya que no había acero suficiente en Colombia y consta de 1500 piezas, que salvaron  una gran depresión conocida como el salto de Yolombal, a 2.631 msnm y soportando un vano de 500 metros. La torre metálica que tenía que llegar de Inglaterra, nunca lo hizo y se decidió suplantarla por una de madera. 

Torre de Herveo , vista desde abajo.
Esta torre fue desmontada pieza a pieza de su lugar de origen e instalada junto al campus universitario. Hoy es un símbolo de la ciudad de Manizales.

lunes, 26 de febrero de 2018

DE LA ARRIERÍA AL CABLE AÉREO EN COLOMBIA II

La arriería ha gozado de extraordinaria consideración social. Era un oficio duro pero respetable, ya que fueron los agentes que consolidaron la minería y el comercio. La minería propiciaba poder adquisitivo a sus trabajadores y los arrieros les suministraban los artículos que necesitaban. Este dinamismo propició la construcción de tiendas, tascas y fondas.  
El arriero disponía de su propio atuendo. Desde las alpargatas de  fique, pasando por el poncho, la ruana – especie de poncho de lana para el frio- , el delantal de cuero para proteger el pantalón, llamado paruma, el sombrero aguadeño, el machete, el pañuelo del cuello de color rojo llamado raboegallo y por último el carriel.  
Monumento al arriero en Envigado
Este último es un bolso de cuero, de múltiples compartimentos,  que se lleva colgado del cuello donde se guardan las cosas personales: máquina de afeitar, el dinero, las barajas de cartas, los amuletos, las estampillas de la virgen… El museo del traje de Bogotá describe en una de sus vitrinas los contenidos de un carriel tipo.
El comercio en torno a la arriería permitió la acumulación de capitales que propiciaron el salto tecnológico siguiente, que como veremos en la próxima entrada se orientó hacia los cables aéreos y el ferrocarril.


Original sistema de llevar madera. Foto de Internet
Todavía hoy, viajando por las carreteras de Colombia,  se ven recuas de mulas sacando productos del interior, a las carreteras. También en aquellas poblaciones donde la arriería estuvo muy asentada, suelen organizar fiestas entorno a la actividad, disponiendo pasadas de  recuas de mulas, con sus arrieros, como en los viejos tiempos.

sábado, 24 de febrero de 2018

DE LA ARRIERÍA AL CABLE AÉREO EN COLOMBIA I

El nudo de Pasto es un complejo orográfico andino ubicado entre  la provincia ecuatoriana de  Carchi y el departamento colombiano de Nariño. Es donde la cordillera de los Andes se bifurca en dos ramas al entrar en Colombia, dando lugar a la Cordillera Occidental y la Central.
Unos kilometros más delante, ya en tierras colombianas, se sitúa el nudo de Almaguer, que es donde se bifurca la Cordillera Oriental de la Central
Las tres cordilleras que avanzan de sur a norte tienen picos principalmente de formación volcánica de más de 5000 msnm, cubiertos de nieves permanentes. Muchos de estos volcanes están  activos.
Esta orografía  atravesada por encrespados cerros y cerradas montañas en un ambiente de páramos inexpugnables, es lo que se conoce como la región Andina, que en Colombia afecta al 30% de la extensión del territorio.

Sección de la zona andina colombiana
Aunque en esa región se sitúan las ciudades más importantes  -Bogotá, Cali, Medellín, Manizales, Bucaramanga, Pereira, Armenia, Popayán ..-los movimientos de personas y mercancías en el pasado debieron ser una tarea titánica.
Una forma de mover mercancías fue la arriería. Esta nace en Antioquia tras el empuje de la minería que reforzó el crecimiento del comercio, pues los habitantes de estos asentamientos necesitaban bienes básicos y tenían poder adquisitivo para adquirirlos. Los comerciantes aprovecharon esta coyuntura y se valieron del arriero para poder suplir estas poblaciones y asimismo obtener oro como pago, dando lugar a la creación de fondas o tiendas con todo tipo de artículos.
El alto poder adquisitivo que propiciaba el oro  servía para dotar de todo tipo de mercancías a esas fondas y por tanto actividad para los arrieros.
Los primeros caminos fueron trazados ante la necesidad de comunicar los distritos mineros con zonas agrícolas o con salidas a los ríos Magdalena o Cauca, para la exportación del oro. Las mulas fueron las encargadas de soportar el peso de la expansión de estas pequeñas poblaciones alrededor de las minas y el arriero fue quien guió el destino de estas poblaciones. El arriero y la mula fueron un tándem indisoluble,  determinantes para la consolidación de la minería y el comercio.
Caminos de arriería a finales del siglo XIX. Dibujo de German Ferro Medina, publicado en  a Lomos de mula
La orografía determinaba unos caminos muy inseguros. Los había resbaladizos, polvorientos, pantanosos, insalubres y en general plagados de alimañas como tigrillos, osos de anteojos,  serpientes, mosquitos, zancudos,  garrapatas..que hacían el trayecto bastante penoso.